parada
(escuchando the smashing pumkies, Mellon Collie and the infinite sadness. porque hay que darle una oportunidad a los clásicos de vez en cuando)
como todos los días, en tren entró en la estación a las siete y cuarenta y cinco minutos. las puertas se abrieron con precedidas del sonido hidráulico que las caracteriza. de las veinticuatro personas, veintidós eran mujeres inmigrantes. siete peruanas, ocho ecuatorianas y siete africanas, originarias de distintos países. las otras dos eran un recepcionista de noche que volvía a casa y una joven con aspecto de recién llegada. las mujeres inmigrantes iniciaron su camino hacia la salida hablando animadamente entre ellas. si lo pensabas bien, era una estampa de lo más curiosa. por qué las mujeres inmigrantes llegaban a un pequeño pueblo a las siete y cuarenta y cinco de la mañana? decidí seguirlas. al traspasar la salida, giraron a la izquierda y se dirigieron al puente. pasaron por debajo, subieron la cuesta que sale del pueblo y atravesaron la rotonda que lleva al polígono. continuaron cuesta arriba, siempre hablando animadamente y, a pesar de la hora y de lo pronto que debían haberse levantado para llegar antes de las ocho, riéndose a carcajadas de vez en cuando. atravesaron la autopista y entraron en el camino asfaltado de la urbanización. en el cartel que invita a vivir el lujo inmerso en la naturaleza a diez minutos del centro, se separaron. cada una se dirigió al portal de su correspondiente chalet y llamó a la puerta. unos minutos más tarde, una larga fila de coches monovolumen, deportivos y cuatro por cuatro, todos ellos últimos modelos salidos del concesionario en los últimos dos meses, abandonaron la urbanización. sus dueños se marchaban a trabajar con la conciencia tranquila. sus hijos y sus chalets quedaban al cuidado de sus empleadas del hogar.
bienvenidos a una sociedad donde una sola gota de tu sangre puede determinar a qué edad morirás, con quien deberías casarte o qué trabajo deberías desempeñar porque es el más apropiado para tu constitución genética. una sociedad donde una persona no genéticamente mejorada tiene muy pocas posibilidades de triunfar, o donde un diseño erróneo puede marcarte para toda la vida. Andrew Niccol, gattaca.