Categorías
microcuentos

ronda

(escuchando Lucia Micarelli, music from a father room)

maldita sea, me tenía que tocar a mí. ciento veintisiete, te toca salir. la maldita ronda. por qué tenemos que seguir haciendo la ronda? ya sabemos que la cosa esta jodida, que los robots siguen campando a sus anchas por lo que queda de ciudad, y que no tenemos opción contra ellos. si te encuentras con un robot, corre. esa es la premisa. y si alguna vez piensas en hacerte la valiente, haz un repaso de los nombres de los que ya no están. el capitán lo tiene muy claro porque él no hace rondas. no ataques, sólo corre. y esquiva como puedas sus disparos, claro. pero si no les atacamos, cómo vamos a saber de qué se alimentan y cómo destruirlos? ese no es tu trabajo, pequeña. deja pensar a los mayores. los mayores. su superioridad de machito egocéntrico me saca de quicio. y luego se sientan en un despacho a beber y fumar los pocos cigarrillos que quedan en el planeta. un cigarrillo, daría lo que fuera por un cigarrillo… eh, qué ha sido eso? algo se ha movido detrás de esas ruinas. eso es el Parlamento? joder, sí que he llegado lejos, no tendría que haber llegado hasta aquí. el jefe se va a cabrear. pero ahí atrás hay algo. se ha vuelto a mover. parece un brazo de robot. pero los robots no son tan grandes. qué cojones es eso? tengo que acercarme. menos mal que la semana pasada solucioné lo de los amortiguadores de los zapatos. con tantas ruinas es imposible pasar desapercibida si tienes los amortiguadores jodidos. un poco más cerca. mierda, es un robot. un robot gigantesco. nunca había visto uno tan grande. con un robot como este, tendríamos que emplearnos a fondo para cargárnoslo. hostias, hay cientos. esto no tiene buena pinta. van a destrozarnos. tengo que avisar al jefe.

Westley: la batalla de ingenio ha comenzado. y acabará cuando escojáis y bebamos. sabremos quien ha acertado y quien ha muerto.
Vizzini: eso es muy fácil. lo único que debo hacer es deducirlo por lo que se de vos. si sois la clase de hombre que vertería el veneno en su copa o en la de su enemigo.

Cary Elwes & Wallace Shawn, la princesa prometida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *