(escuchando pearl jam, live at benaroya hall)
le gustó desaparecer cuatro días. no es que dejara de estar en el mundo, es que, simplemente, apagó el teléfono, internet y cualquier contacto con la vorágine rutinaria que le permite ganarse la vida dignamente. fue una cura necesaria, una bocanada de aire emocional y fresquito. desconectado del planeta, se dedicó a vagar por las calles de la ciudad y a disfrutar de su compañía. nada concreto para hacer o deshacer, nada planeado ni sin planear, ningún espacio por recorrer ni por el que caminar, sólo dejarse llevar y estar. a veces, eso es suficiente y necesario. eso, y acompasar el paso al de su sombra, siempre a su lado, y que, desde el recién estrenado carrito, el más pequeño sonría. y ya.
a veces encuentro satisfacción en los lugares mas inesperados. Marion Cotillard, un buen año.