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cardiología

Lisboa

(escuchando vvaa, calle 54, música para los amigos)

Lisboa parece desmoronarse un poco cada díá. las manos de los que piden una ayuda se multiplican a la misma velocidad que los que ofrecen trapicheos a precio de ganga y mercados de objetos antes valiosos que ahora sólo acumulan polvo, y que ahora dan de comer a los que luchan por tener algo en la nevera, si es que tienen nevera. la ciudad parece palpitar al ritmo de una crisis que ha barrido unos países más que otros y deja indefensos a muchos más de los que hubiera podido imaginarse. y su arquitectura, como lleva haciendo desde hace años, le acompaña. es una ciudad de fachadas que se caen a trozos, de azulejos de colores a los que les falta un pedazo, de adoquines irregulares que se separan del resto con indiferencia ante los pies de los turistas que los recorren y de los lisboetas que los pisan. Lisboa es una cuidad de cafés que en un tiempo marcaron el devenir de la cultura de un país y que ahora son encuadres de cámaras que los exportarán a todo el mundo, de tascas de vino, queso y sardinas, de ruido y manteles de cuadros. las calles suben y bajan en una maraña impenetrable para los cartógrafos que dibujaron los planos que ofrecen en las oficinas de turismo y en las que los visitantes se pierden una y otra vez. porque para eso están, para perderse, para dejar que sean los pies los que marquen el camino a recorrer. no hay grandes hitos que sean de suma importancia, sólo una ciudad que crea la necesidad de visitar cada esquina y cada edificio con cada descubrimiento. y viajar así, sin más marcas en el calendario que las que obligan los billetes de avión, ni más horarios que los que impone la luz del día o la noche, es algo que despeja, empuja, levanta, ayuda, discrimina lo bueno de lo malo, separa lo importante de lo nimio, despeja las luces de las sombras. y hacerlo porque hay alguien que te quiere que te hace un regalo como éste, es todavía mejor, como cuando miras la primera vez, caminas de la mano la primera vez y ves como el pedacito que te faltaba ha acompasado sus pasos a los tuyos, y ya no se marchará de tu lado. qué más se puede decir, además de gracias?

qué bien, Lisboa. Nawja Nimri, piedras.

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